Malacara celebra la dualidad humana, o la imperfección que está en conflicto perpetuo con la naturaleza de su espíritu.
Hecho por manos trabajadoras y las fuerzas del universo, este mezcal incluye todo lo bueno que hay en el artesano junto con sus secretos más negros. Se inspira en la delicia de tomarlo y la malicia que sale de ello; invita a la paz en al alma, pero también al tormento. Lo único peor que tomar de este mezcal, cuenta la leyenda, es no tomarlo.

Malacara existe en el equilibrio de fuerzas que se contraponen y mantiene la pureza de los métodos ancestrales en un contexto moderno. Este mezcal es, por lo tanto, la expresión pura de un terruño y lo que pasa en el mundo—un líquido de cuerpo completo que resulta amigable al paladar.

El imaginario alrededor de la marca es muy rico por sus contrastes. Su fonética es fuerte pero su estética es sobria, y lo sobrenatural de su esencia toca tierra en las imperfecciones de su botella; Malacara armoniza su lado cosmopolita con la tradición de Oaxaca y expresa con sutileza una declarada herencia prehispánica.

“Hecho como lo hacían antes y aún es posible encontrarlo hoy”, Malacara es envasado por el gusto de compartir lo auténtico.

“Más allá del bien y el mal existe este mezcal. Creado por el alma imperfecta y el balance del universo. Notas Cítricas y herbales con ataque amable y ahumado fino. Brebaje místico de poder fantástico.